Sexualidad y violencia. Crímenes por prejuicio sexual en Cali. 1980 - 2001
Este artículo describe y analiza los crímenes por prejuicio sexual cometidos en contra de la población homosexual y trans, los cuales han sido identificados a través de la prensa en Cali, en tres periodos coyunturales de las décadas de 1980 y 1990. A partir de dichos crímenes, se propone hilar algunos vínculos entre la violencia, la sexualidad y el orden social; asuntos entendidos como procesos y relaciones sociales que implican discursos con poder, instituciones normativas y representaciones sociales que materializan el control social por medio de los homicidios. De esta forma, se busca rastrear algunas características de orden social
hegemónico y de las sexualidades que implican exclusión.
Por: María Catalina Gómez Dueñas
Las autoridades tratan de establecer la presencia nuevamente en esta ciudad de un temible escuadrón que el año inmediatamente anterior causó pánico en la población travesti cuando asesinó a unos 10 homosexuales que frecuentaban las calles de la ciudad en horas de la noche. El citado grupo clandestino se autodenominó “MAHOPI” que significa “Muerte a Homosexuales Peligrosos”. Un juez de Instrucción Criminal investiga los crímenes de “Andrea”y “Cristina”.

Este artículo abre con una noticia publicada el 10 de febrero de 1985 por el diario El Caleño1, bajo el titular “Resurgió “MAHOPI”: Eliminados 2 travestis”. Durante las décadas de 1980 y 1990, noticias con estos contenidos fueron recurrentes en la prensa de la ciudad de Cali; de hecho, aún en la actualidad seguimos encontrando este tipo de actos, ya no sólo en la prensa, sino también en informes de ONG, organismos internacionales como Amnistía Internacional o reportes policiales. Sin embrago, intentar comprender la ocurrencia de dichos homicidios durante los periodos mencionados resultaba inquietante ya que durante estas décadas también se llevaron a cabo procesos de transformación social que parecían darse de forma paralela o inconexa, pues implicaban discusiones sobre el reconocimiento, inclusión social y respeto. Al momento de iniciar la búsqueda de elementos y relaciones que permitieran dar algunas respuestas a ciertas inquietudes, se identificó que los caminos para hacerlo resultaban diversos e inconmensurables, pues la violencia como objeto de estudio implica un abanico de posibilidades en cuanto a su conceptualización y al enfoque de la investigación. Debido a sus múltiples campos de acción y a los diferentes análisis que se han propuesto comprender el fenómeno, los procesos de investigación se ven enfrentados inicialmente a una polisemia del término (Castro, 2005). Por lo tanto, en este caso se decidió estudiar hechos de violencia que implicaran la eliminación física e intencional de un sujeto, por medio del homicidio. De manera que dicha eliminación resultaba ser un acto cargado de significaciones, tanto sobre quien que se elimina como de aquella persona que cometía el acto. En este sentido, la violencia se comprende como una relación social y puede dar cuenta del orden social en el que emerge.

De acuerdo con el sociólogo Charles Tilly (2007), es posible entender la violencia como un asunto político, pues al distinguir entre identidades legitimas e ilegitimas, se articula una lógica de diferenciación, reconocimiento y ordenamiento de la sociedad. En este sentido, transitar desde
la denominación del acto como un homicidio a comprenderlo y caracterizarlo como un crimen por prejuicio, permite evidenciar un punto de giro, ya que así se hacen explícitos y cobran importancia los referentes y justificaciones sociales a partir de los cuales se determina aquello que es correcto, normal y aceptado en la sociedad, frente a lo errado, anormal y excluido.

El propósito de este artículo es construir y analizar un panorama sobre la violencia por prejuicio en Cali, la cual fue ejercida en contra de una población que manifestó orientaciones sexuales e identidades de género que subvirtieron la heterosexualidad obligatoria2. Esta reflexión toma como periodo de investigación las décadas de 1980 y 1990. Dicho panorama se elabora con base en la caracterización de los crímenes (homicidios) con una clara justificación prejuiciosa hacia estas formas de vivir y practicar la sexualidad. En este sentido, la instrumentalidad del hecho, los actores involucrados, los discursos articulados y el análisis elaborado a partir de los cuerpos de las víctimas, son los datos que se intentan leer como indicadores de las representaciones y tecnologías del poder hegemónico que posibilitaron organizar y reproducir un tipo de orden social particular, en el cual cobró relevancia la sexualidad y el homicidio como medios de control social.
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